Pasajero

El abrazo de los pasajeros

en este espacio limitado;

el abrazo accidental que nadie pide,

que llega como ofrenda.

Cuerpos extraños se acercan,

brazos que sujetan el acero,

hombres con sus viandas cruzadas en el pecho.

Hay un poco de inocencia

en estos perfiles:

algunos cierran los ojos

en un sueño momentáneo,

se dejan detallar, auscultar.

Sin que lo noten, prestan una mueca íntima,

un gesto breve.

Admiro a las personas que duermen

en el autobús, ofrendan el sueño y no lo saben.

El pasajero anciano y el pasajero joven

se encuentran en el mismo asiento,

comparten la misma ruta y no lo saben.

Se dejan llevar a otra avenida, para extraviarse,

mudar de una vez el trayecto establecido.

La mujer que anticipa su parada

se desplaza entre tantos,

rozan su cuerpo y nada dice.

El riesgo me ha hecho que mire a la cara,

ver qué hay en los ojos, si hay maldad dormida.

Gente buena me mira, en el bus, y escarbo

su costado amable, muy adentro.

La mirada serena cuesta mucho.

Repito una oración incompleta,

que me sirva de ángel, que salve el trayecto.

El semáforo es una buena excusa

para pensar en los trámites del día.

Es suficiente la transición

sin pausas del rojo al verde,

es mi casa la brevedad del amarillo,

los tres segundos

que unen ambos colores.

Néstor Mendoza

Éste poema es parte de su libro del mismo nombre que, por cierto, será presentado el sábado 13 en la librería Kalathos del Centro de Arte Los Galpones a las 11:30AM.

Perplejidad

Fluyes delimitada por mis manos

cuando en tu vientre atrapo los reflejos

del duro pez que entre muslos perplejos

navega hacia naufragios no lejanos

luego tu ensueño encuentra mi memoria

húmeda de un sudor que es ruego ambiguo

y yo huelo en tu olor mi olor antiguo

cual si fuera anticipo de infiel gloria.

Fluyes delimitada por la duda

que entreteje mi sangre y te desnuda

con un vértigo atroz que no se olvida

mientras tu arisca piel le concedía

a mi boca, la espléndida osadía

de arar sobre la tierra prometida.

Perplejidad, por José Antonio Sáenz Astort. (Debo confesar que es mi favorito en éste momento)

Polémica peluda

Imaginen que retrocedieron seis años: almacenes llenos, inflación parcialmente baja, otra voz en las cadenas, otra música en las emisoras, etc. La Paolita de diez años entra al salón de canto con sus shortcitos blancos y una blusita amarilla. Infantil, risueña, con el cabello lago y sin mayores preocupaciones. Por preocupaciones entiéndase cualquier método de depilación. Yo acostumbraba ponerme lazos enormes en la cabeza porque pensaba que se veía bonito, o ni siquiera: que se veía diferente. Siempre he tenido la fijación de romper estereotipos. Aunque claramente con un lazo en la cabeza no parecía diferente, sino un regalo forrado de una manera torpe y con unas piernas inocentemente velludas.

Entonces ésta chica, probablemente unos diez años mayor que yo, entra también al salón y nos saludamos con el proceso conocido: besito en la cara, interrogante de cómo está sin que realmente importe, seguida por otras preguntas totalmente banales.

Entonces, nuestra rutina se ve interrumpida cuando baja la mirada y se fija en mis piernas de niña, suelta una carcajada y pregunta:

–¿Por qué tienes las piernas así?

Yo no entendía. Recorría mis piernas desde la rodilla hasta el tobillo y no veía nada anormal. Eran muy blancas, con algunos lunarcitos no muy visibles, sin cicatrices ni moretones. No entendía su pregunta.

Le dije que no sabía de qué estaba hablando y ella, después de pasar un rato con sus burlas, sugirió:

–Deberías ponerte de esos lacitos en toda la pierna, seguro te agarran y te cubren- Y al terminar la oración se desternilló de la risa.

Yo no sabía que cara poner. Las ganas de llorar se me subieron a la garganta y me sentí estúpida. Quería taparme las piernas inmediatamente. No mostrarlas más nunca. Qué vergüenza, chico. Qué horror: Una niña con las piernas peludas. Qué inaceptable. Me molestó muchísimo que la gafa ésa se burlara de mí, pero tenía razón.

Entonces llegué a mi casa con cara de derrota y le dije a mi mamá que no aguantaba más, que me quería depilar las piernas. Que se habían burlado de mí otra vez y que ya no quería que lo hicieran. Pero sabes cómo son las mamás.

[Amarte es la revolución más grande]

[Amarte es la revolución más grande]

–¡Pero no le pares! ¿Por qué le das importancia?

Fragmento de lo que publiqué esta semana en el portal Club Insomnio, para leer el artículo completo haga click aquí

Caracas mortal

A veces cuesta levantarse en esta ciudad. Salir por cualquier puerta o resquicio puede significar el camino a la muerte, bajo el brazo inclemente de la miseria o simplemente del aburrimiento.
Pero también la ciudad puede ser amable y tierna, puede ser la diferencia porque sé, con certeza, que estarás allí, ese espacio que ocupas me devuelve la calma y me prepara el camino para otros días de ausencia.
Así es esta ciudad, vive su vida, tuerce voluntades, nos atornilla a su destino. La contemplo y me doy cuenta que no tengo adonde ir, Caracas nunca pierde, no deja de latir (aun cuando tenga el pecho abierto y se esté desangrando).
En ocasiones cuando te vas siento que caigo, pero la ciudad me recuerda que estamos hechos a su imagen y semejanza.

Claudia Noguera.

Su libro Caracas mortal está disponible en las librerías del país. Les recomiendo las del Centro Plaza en Altamira.

Subasta

En el momento de subastar mis piernas

todos juraban amarme.

Cuando ofrecí mis ojos y mi boca

escondieron sus billeteras.

Quien permaneció callado

en la primera apuesta

con pena abrió la mano:

dio una moneda

y se quedó con mi vida.

María Auxiliadora Chirinos.

Para aprovechar al máximo éste domingo de autores venezolanos, les dejo el link de un par de artículos preciosos y criollísimos:

http://www.el-nacional.com/papel_literario/Aquiles-fisico-espiritual_0_692330918.HTML

http://www.el-nacional.com/claudio_nazoa/bueno_0_689331065.html#.VdsXgYxy8NE.twitter

290815

A propósito del cumpleaños de Cortázar:

http://prodavinci.com/2015/08/27/artes/especialesprodavinci-todo-sobre-julio-cortazar-a-101-anos-de-su-nacimiento/ (Te queremos, papá cronopio)

El Tumblr de Claudia De Lima:

http://ellimondeclaudia.tumblr.com/ (JUSTO Y NECESARIO)

Un vídeo que me tripeo muchísimo y que siento que no lo apreciaron lo suficiente es el de Ximena Sariñana – Different

Hace semanas les sugerí que escucharan hasta reventar el track 2 y 3 de cierto álbum, si lo hicieron, les alegrará saber que En algún momento ya tiene vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=2ZMB6TJdk3M (y si no lo escuchaste hazlo, hombre, que te la pongo facilita)

Decidí hacerle una especie de homenaje a la ciudad de las luces, porque como ya muchos saben: «París siempre es una buena idea». Todos los fragmentos los saqué del libro Ráfagas del tiempo: retratos, recuerdos del maestro Plinio Apuleyo Mendoza, quien vivió en la capital francesa una parte significativa de su vida.

(…)

Imposible refugiarse en un cine en agosto, pese a que es un mes propicio para las viejas películas ya olvidadas. En los muros, como en mis épocas de estudiante, se anuncian I bidoni e I vitelloni de Fellini. Me gustaría verlas, pero no hay pasión de cineasta, en agosto, que resista el olor de un cine de París, ese aroma que según Cortázar sólo los extranjeros advertimos, en el que se asocian de un modo criminal el sudor, el ajo y tibias lociones de peluquería.

(…)

La exposición se llama «El siglo de Kafka». Quizá Malraux, Hermingway, Saint-Exupéry, Dos Passos, Sartre o Camus parezcan expresar dimensiones más ambiciosas de su siglo. Kafka traduce en el ámbito metafísico la realidad cotidiana, íntima en apariencia, aplastante y sin sentido, de millares de seres molidos por el engranaje de una sociedad industrial. ¿Capitalista, solamente? Creo que la Checoslovaquia socialista hizo de él, además, un profeta. A lo mejor sea cierto: el siglo le pertenece.

París tropical, por Plinio Apuleyo Mendoza.

 

(…)

(…)Visto por la ventana, París continuaba haciendo brillar sus zarcillos de luz en el último resplandor del verano, con el encanto engañoso de una corista. Pero en la calle se oía ya, inoportuno recuerdo de sus miserias anónimas, la sirena de una ambulancia.

Regreso a casa, por Plinio Apuleyo Mendoza.

 

(…)

Por ese motivo, creo ahora, tardíamente, que uno debería tomar París en dosis razonables: cuatro años máximo, para absorber todo lo que una ciudad como ésta puede darle. Más allá, decía Truman Capote, en vez de enriquecerse, uno se empobrece. La batería se carga con fuerza y rapidez, pero luego no tiene oportunidad de poner en marcha motor alguno. Gradualmente le llega a uno la impresión de ser un espectador pasivo y no actor, y para colmo, un espectador que se ha quedado en la sala cuando la función ha concluido.

(…)

Pero para cada cual la vida tiene un sentido allí donde puede realizar algo, que es el lugar al que pertenece, y rara vez en algún otro. Quedarse inmóvil en París mirando pasar el mundo y las estaciones no es el papel de uno. Quizás sea el de la torre Eiffel.

Dejar París, por Plinio Apuleyo Mendoza.

Canción, poema

Nunca fue tan hermosa la mentira
como en tu boca, en medio
de pequeñas verdades banales
que eran todo
tu mundo que yo amaba,
mentira desprendida
sin afanes, cayendo
como lluvia
sobre la oscura tierra desolada.
Nunca tan dulce fue la mentirosa
palabra enamorada apenas dicha,
ni tan altos los sueños
ni tan fiero
el fuego esplendoroso que sembrara.
Nunca, tampoco,
tanto dolor se amotinó de golpe,
ni tan herida estuvo la esperanza.

Canción, por Piedad Bonnett.

Mantras a Caracas

EL AMOR TÓXICO

por Leonardo Padrón.

Caracas arde

sin las conjeturas del sol.

Última hora

pero mientras el autor se decide

el poema persigue su destino

que son sus ojos

yo diría su piel o una calle de Caracas

o, en cambio, no diría nada

mientras ella lo está pensando

Poema, que parece una canción, que no parece poema.


ESO LO SÉ*

por César Segovia.

Acá se trae, no cátedra

Se pasa Caracas a pesar de taconear.

Te saca…

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Razones para fracasar

La poesía no tiene residencia fija. Suele invadir los demás géneros y casi no hay gran libro donde no esté presente. Hasta puede afirmarse que en última instancia no hay literatura, sino poesía. Su carácter envolvente, ubicuo, usurpador hace pensar que ella no es género sino más bien una presencia detrás de los géneros, una presencia tan insinuante que muchas veces prefiere vestidos que no son los suyos, una presencia que se sirve de todas las actividades creadoras del hombre; como un poder previo a cualquier clasificación. Posiblemente sea una manera que tiene lo esencial de manifestarse en él. En este sentido, durará lo que dure el hombre.


El mundo entero rinde tributo a la destrucción, bajo el pretexto de desarrollo, y no sólo la poesía sino también la música, la pintura, la filosofía están amenazadas.


En la caída del hombre figura la poesía junto con otras pérdidas no menos importantes, pues la necesita para informar sobre su naufragio, o mejor aún, para apuntar a un rescate. Aunque a veces uno piensa en la inutilidad de la literatura, al ver como la palabra de los grandes creadores se pierden.


Tampoco la poesía será asimilada por las demás formas, pues vive en una zona del ser que necesita como su medio propio de expresión, una zona para la cual seguramente la prosa resulta inadecuada, no porque sea inferior —el problema es más de naturaleza que de calidad— sino por no prestarse bien para transmitir una energía muy elemental, muy pura, muy libre, que no puede adaptarse a nada y que al buscar voz produce ese fracaso que es la poesía. Pues ella es siempre una inscripción deficiente de algo que nunca llega a expresarse, una a veces espléndida derrota, que puede dejar palabras principales, pero nunca entregar en su estado puro aquello que estaba en su base.

Entrevista a Rafael Cadenas hecha por Luis Alberto Crespo publicada el 20 de abril de 1969, en la sección Papel literario del periódico venezolano El Nacional. En ésta ocasión la revista digital Prodavinci publica el texto curado por el mismo Cadenas y Josefina Nuñez, bajo el título Ese fracaso que es la poesía; por Rafael Cadenas.

Para ver el texto completo, haga click aquí